NO WOMAN NO CRY. FIGHT!!!
Como reivindicábamos ayer…
Los inicios del siglo XX fueron convulsos, revolucionarios,
reivindicativos, creativos, artísticos y efervescentes. En una parte del mundo,
se empezaba a fraguar la lucha por la utopía con ardor y esperanza en el
futuro. Las tragaderas de millones de personas rebosaban hartazgo e impotencia
y, ajenas a las poco halagüeñas conclusiones con que los más sabios filósofos y
pensadores nos han prevenido durante siglos respecto a nuestra estúpida y
codiciosa naturaleza humana, no pararon hasta protagonizar unas revoluciones
que pretendían cambiar el orden del mundo y acabaron atrincherándose en otro
que, desgraciadamente, fue del todo incapaz de llevar la teoría a la práctica.
Todavía pagamos las consecuencias de esa desilusión.
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Clara Zetkin |
Cuando la resaca triunfal de esas primeras celebraciones
todavía impregnaba los espíritus ávidos de emancipación de millones de mujeres,
una tragedia tenía lugar un par de semanas después:
el incendio de la Triangle
Shirtwaist Factory en New York: 140 trabajadoras, muchas de ellas inmigrantes,
murieron calcinadas.
El impacto fue bestial en el mundo entero y al gobierno
estadounidense no le quedó otra que introducir importantes cambios legislativos
laborales si no quería que las airadas protestas que surgieron por todo el país
derivaran en motines.
Menos mechas y más
brechas. Así se enciende la mecha
Es del todo desolador comprobar que 104 años después,
nuestra situación laboral, la de todas las mujeres del mundo, sin excepción, en
cualquier ámbito profesional, sigue siendo una humillante vergüenza.
Las cifras y los informes, vengan de donde vengan, ponen de
manifiesto con saña y tozudez lo inconcebible que resulta que las mujeres no
solo no hayamos alcanzado todavía la igualdad en el mundo laboral, algo
incomprensible se mire por donde se mire, sino que en los últimos años haya
habido un claro retroceso.
El último estudio sobre el asunto, publicado por la
Organización Mundial del Trabajo (OIT), titulado: Brecha salarial de género y
brecha salarial por maternidad , y realizado por la econometrista y
experta en salarios de esa organización Natalia Vázquez-Álvarez muestra una vez
más el agravio laboral del que somos objeto las mujeres, con una brecha
salarial del 19% en Europa y del 36% en Estados Unidos. Y tal y como publicaba
el Diario Público este mismo viernes, para Vázquez-Álvarez la gran incógnita
es:
POR QUÉ SI LAS
MUJERES TIENEN UNA EDUCACIÓN Y UNA FORMACIÓN MUY SUPERIOR A LA DE LOS HOMBRES Y
MUESTRAN VALORES SIMILARES EN EL RESTO DE FACTORES DE CAPITAL HUMANO, SON LOS
HOMBRES LOS QUE GANAN MÁS EN TODOS LOS SECTORES Y EN TODAS LAS ESCALAS
SALARIALES.
Si nos centramos en nuestro país, las brechas son más
estrechas. España es uno de los países europeos a la cola en conciliación
laboral. Según un Informe de la Fundación Madrina, publicado el otoño pasado:
más del 80% de las mujeres españolas embarazadas sufren lo que se llama mobbing
maternal. Además, más del 25% de las mujeres que se quedan embarazadas
antes de cumplir los 25 años son ignominiosamente despedidas de sus puestos de
trabajo.
En los países nórdicos y centroeuropeos, hace años que se
han puesto las pilas con la conciliación laboral. No lo han hecho
exclusivamente llevados por ser poseedores de un espíritu más igualitario, que
lo tienen, sino porque la astucia del sistema capitalista les empujó a ello.
¿Por qué? Verás.
Pero como en España las cabezas pensantes no abundan entre LOS que toman decisiones, todavía no se
han enterado de todo esto y siguen tirando piedras contra sus tejados machistas
y contra nuestros fustigados vientres.
Tal vez por toda esta barbarie sexista empresarial sea por
lo que las mujeres españolas somos más emprendedoras que ellos. Desde 2008, el
48% de las empresas que iniciaron su actividad fueron creadas por mujeres.
Nuestra valentía y arrojo son más que encomiables, habida cuenta de las pocas
facilidades que ponen a disposición de nuestras compañeras emprendedoras.
No pretendo emborracharos con cifras, pero no he podido por
menos que aportar estos datos tan injustos e insultantes como reveladores que
dejan al descubierto el machismo laboral de nuestro país de la Europa del siglo
XXI.
¿Nos vamos al
cine?
Da igual dónde miremos, sea el sector profesional que sea la
situación de las mujeres es vejatoria.
En la última gala de los Oscar, las mujeres presentamos
batalla con clase y sutileza, como corresponde. A pesar de que los magnates de
Hollywood no tratan bien a las nuestras, ellas no pierden la compostura.
Ya en la famosa y pesarosa Alfombra Roja, fueron varias las
actrices que reivindicaron otro tipo de preguntas, con el hastag #askhermore, (pregúntale a ella más), alejadas de las
consabidas bobadas frívolas sobre el modelito, el peinado o las joyitas. Cuando
la rubia Reese Witherspoon soltó a la famosa presentadora del Good morning America, Robin Roberts, en
mitad de la alfombra, eso de “ser mujer en Hollywood es duro”, la comunicadora
lo captó al vuelo y empezó a hacer preguntas con más carga de profundidad a las
actrices.
Pero el momento culminante de la reivindicación femenina en la
Gala llegó, sin duda, de la mano de la pequeña gran mujer Patricia Arquette. La ganadora
del Oscar como mejor actriz de reparto por su papel en Boyhood demostró una gran profesionalidad al llevar preparado un modesto
pero vibrante discurso, algo que tod@s l@s nominad@s deberían hacer para no
divagar, y un sentido de la reivindicación escueto y eficaz, que levantó los
vítores y aplausos de, entre otras, Meryl Streep y Jennifer López.
Gracias al arrojo de Arquette y al empuje imparable de las
redes sociales, su speech dio la
vuelta al mundo y los medios de comunicación se hicieron eco del machismo de la
meca del cine. Estudios reveladores sobre el tema como el elaborado por la
Universidad de San Diego fueron revisados y así nos enteramos de que, en la
lista de películas más taquilleras del 2014, las mujeres protagonistas tan solo
representaron un mísero 12%. Y la frustrante obviedad de que la mayoría de
actrices deben seguir accediendo a interpretar el papel de madre, hermana o
suegra del protagonista, volvió a quedar de manifiesto. Así como el irrisorio
17% que ocupan las mujeres de la industria de Hollywood en tareas de dirección,
producción, producción ejecutiva, montaje o dirección de fotografía.
Poco que celebrar,
mucho que reivindicar
Te pongas donde te pongas, la desigualdad es el mínimo común denominador. Todos los sectores profesionales nos sisan: sanidad, enseñanza, comercio, profesiones liberales, empleados del hogar… ¡Y no te digo nada en el mundo del periodismo! Según un análisis de las principales cabeceras españolas, realizado por El País en 2012: las periodistas que firman los artículos de portada apenas llegan al 26%. Y aunque parezca mentira, las inglesas todavía lo tienen peor, pues según el estudio Woman in Journalism, en el Reino Unido, los artículos de portada los escriben los periodistas en un 78% de los casos, mientras que sus compañeras tan solo acceden al 22%. Esto es así porque “a las mujeres se nos empuja a escribir en sociedad o cultura y a hacer reporterismo de calle. Mientras que ellos se reservan los temas políticos, económicos o de relaciones internacionales que son los que van en portada”, como muy bien explicó Cristina Fraga, presidenta de la Asociación Española de Mujeres Profesionales de los Medios de Comunicación.
¡Que estamos hartas de que se nos empuje, manipule y
menosprecie, joder! Que ya se nos está acabando la paciencia ante tanto cretino
desaprensivo. No queremos aguantar más hombres mediocres pisoteando nuestros
más que merecidos derechos e ignorando nuestras capacidades. ¡Que llevamos mucho aguantado ya!
¿Cómo es posible que, si en la cocina, las que
tradicionalmente han preparado los más deliciosos manjares son mujeres, los
chefs más famosos sean hombres, Carme Ruscalleda aparte? ¿Y qué me decís del
mundo de la moda, por qué los modistos más preciados son hombres?
¡Que no puede ser, hombres!
Nos alegramos sinceramente de que los gais, lesbianas y
transexuales hayan avanzado mucho en la consecución de sus derechos. Ahora nos
toca a nosotras.
Llevamos tanto tiempo pendientes de nuestras casas, nuestros
hijos, nuestros maridos, nuestros novios, nuestros padres y nuestros trabajos
mal pagados, haciendo frente a la tiranía estética que tratan de imponernos por
todos lados, que nos hemos olvidado de nosotras mismas. Y eso, queridas mías,
no puede ser. Tenemos que mimarnos mucho más y plantar cara a la aplastante e
injusta realidad. Levantémonos del felpudo en que nos han puesto y reivindiquemos el lugar que nos merecemos.
Injusta
y criminal. No olvidéis que nosotras somos las violadas, las maltratadas y, en
demasiados casos, las asesinadas. Que millones de mujeres en el mundo todavía
no pueden acceder a ningún tipo de formación, ni a emparejarse con quien ellas
libremente decidan o a sacarse el carné de conducir. Mucha es la vejación sobre
la mujer.
Por todo lo expuesto, no creo que sea hoy una jornada para
celebraciones, sino para reivindicaciones. Aprovechemos nuestro Día
Internacional para reivindicar lo que nos corresponde. Ni más ni menos.
Os dejo en compañía de una mujer de armas tomar, una cantante mexicana que les canta la caña a los hombres sin pelos en la lengua. Con tod@s vosotr@s, ¡Paquita la del Barrio!
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