LAS HEMORROIDES DE LA TRANSICIÓN. (Estriptís integral de Marisol Galdón)



    

    Aclarar antes que nada que este escrito no va sobre la Transición Española, no, va sobre mi propia transición, mucho menos interesante, pero más actual. Lo digo para que nadie se lleve a engaño y espere encontrar aquí revelaciones escandalosas a lo Pilar Urbano. Que yo con el Rey no he tenido ningún follón, ¿eh? Sólo me faltaba eso... Lo mío es más una Losa Rural, que pesa como un demonio, pero, eso sí, está totalmente exenta de afán de lucro. La sisifeo de acá para allá, pero no hay manera de que me la quite de encima. Y como me he visto obligada o me he obligado a mí misma, no lo sé, de todo un poco, a acarrearla con discreción, más o menos, pues estoy agotada y pelín desesperada.

    

    El peso de La ley del silencio cayó sobre mí un buen día en que... Como nunca se me ha dado muy bien calibrar lo que es o deja de ser socialmente correcto y soy toda una patata brava, a pesar de la edad, ¡ay, esos ímpetus!, pues una tarde, en el Twitter, se ve que dejé caer que andaba algo colgada de curro. Ya sé que no es muy glamuroso, pero, hija, cuando la necesidad empieza a encimarte, más vale no ponerse remilgada. Bueno, pues al cabo de unos minutos, una famosa periodista con la que coincidí, física e ideológicamente, el poco tiempo que anduve por La Sexta, me envió un mensaje privado, muy elegante ella, todo hay que decirlo, aconsejándome que más valía que estas cosas no las dijera en público. ¿Habré vuelto a meter la pata? Pensé yo. Pos sí que estamos bien... Pero, claro, luego también pensé: vamos a ver, yo ni tengo un Mercedes, ni estoy en racha, ni mi marido es una personalidad famosa con sueldazo incorporado, que ríete tú de los del Nescafé; ahora ya no, creo que se separaron, divorciaron incluso, pero en aquellos momentos sí. A lo que vamos, que ni tengo marido ni costilla de ninguna clase que me achuche un poco y me rescate de la ruina con su colchoncito mullido cuando van mal dadas. Tendré que buscar la manera de salir adelante, ¿no? Digo yo... En esas estaba, cuando empecé a notar unas pequeñas e irritables protuberancias de lo más molesto en tal que ahí. Y así me encuentro desde entonces, con unas pedazo hemorroides que no hay ungüento ni curro que me las calme. Y me he dicho: ¡Ya está bien, nena! Esto hay que contarlo un poco e ir soltando lastre como sea o la losa te va a terminar aplastando. ¿Qué prefieres: hundirte en la miseria más silenciosa, con el orgullo bien alto y las dichosas hemorroides dándote pol saco, o proclamar a los cuatro vientos tu desastrosa situación y el consiguiente oprobio que eso pueda conllevar? ¡Oye, si la mismísima Bette Davis tuvo los ovarios de poner un anuncio en la revista Variety pidiendo curro, no lo voy a hacer yo! Decía la susodicha:

    “Madre de tres hijos (10, 11 y 15), divorciada, americana, con treinta años de experiencia como actriz, todavía móvil y más afable de lo que los rumores dicen, busca trabajo estable en Hollywood.”

 Yo, quitando lo de Hollywood y lo de madre divorciada americana, encajo a la perfección con lo que es el grueso del anuncio. ¿Te imaginas que a ti te sale un trabajo chachi, un cliente para biografiar o una editorial decente para tu novela? Nunca se sabe... La cosa es que a Miss Davis le dio resultado, porque va y le aparece Robert Aldrich con el guión de ¿Qué fue de Baby Jane? Entre ella y Joan Crawford consiguieron aterrorizar a propios y extraños con esa maravilla fílmica, rodada precisamente en 1962, el año en que nací.



A estas alturas de mi vida, atravesado ya el ecuador, confieso que he pecado y que, a pesar de mis incursiones puntuales en el terreno de la interpetación teatral o cinematográfica y de un paréntesis de cuatro o cinco años como discjockey, soy una profesional de los medios. Hubiera preferido que me tocaran enteros, pero el destino me los partió y no me quedó otra que apechugar con eso. Y una que no es precisamente equilibrista, aunque sí equilibrada, se ha pegado cada tropezón por esos mediateos de muy padre y señor mío.



La cosa es que lo nuestro, al principio, fue todo un flechazo. Durante los primeros años, todo iba viento en popa, vivíamos una relación apasionada, los medios y yo. Gozábamos de lo lindo con nuestros devaneos y yo me creía a pies juntillas todo lo que me decían: que si eres la bomba, que si te voy a convertir en una estrella, que tú y nosotros juntos la vamos a armar... En fin, todas esas cosas que, con el tiempo, fui descubriendo que esos ingratos hipocritillas se las decían a todas. Claro que los medios también descubrieron que la garra y el talento de esa personalidad explosiva que tanto les gustaba cuando nos conocimos, iban acompañados de un criterio y un carácter que no iban a permitirles mangonearme a su antojo. Y la cosa empezó a enfriarse y a ponerse tensa entre nosotros. Cada vez lo hacíamos menos y de cualquier manera. Hasta que un buen día, ¡zascas!, me desposeyeron de mi posición de mediocentro o mediocampista, ya no repartía el juego que ellos me habían hecho creer que repartía, sino que me tocaba jugar en la posición que el entrenador de turno me adjudicara. Bien es verdad que alguno hubo que me dio bastante juego, pero la mayoría me ponían en posiciones que no me permitían mucho lucimiento. En esos momentos, ignoraba que lo peor estaba por llegar, incauta de mí, y que se avecinaba un día en que me faltarían al respeto a lo grande y me obligarían a chupar banquillo. Pero en aquellos momentos, ¿qué podía hacer yo?  Los bolos estaban razonablemente remunerados, disponía de mucho tiempo para mí e iba cubriendo mis gastos. ¿Que se me empezaban a acumular michelines de insatisfacción? Pues me arreaba una tanda de abdominales de autoestima: ya verás como sólo es un impás, tarde o temprano saldrá algo que te motivará y pondrá a prueba otra vez, paciencia... Pero me equivoqué. Pasados unos años, empecé a darme cuenta de que tan sólo un milagro permitiría que recuperara mi posición en el campo mediático. Algo que no ha sucedido ni parece que vaya a suceder, y me quedé totalmente colgada en mitad de un fastidioso limbo del que no he logrado salir:



Paulatinamente, fui asistiendo a la creciente okupación de una insatisfacción y una frustración que se vinieron arriba y se instalaron peligrosamente en el hasta entonces afable recinto de mi ánimo. Pero bueno, de algo hay que vivir, me decía. Seguí recorriendo esa infructuosa senda, mas nunca me rendí. Mi creatividad no sólo no me lo permitía, sino que me empujaba y me presionaba para que me aventurara por otros derroteros y le diera más cancha. Presenté, pues, proyectos de programas para radio y televisión en todo tipo de cadenas y productoras: de deportes, entrevistas, música, música clásica, música y literatura, cine... Qué sé yo, los temas que más o menos controlo. Mis ideas gustaban mucho, pero no acababa encontrando apoyos definitivos. Y encima tuve que soportar ver algunas de mis propuestas fusiladas con otro título o directamente con el que yo había escogido en el paredón de las ignominias de los buitres mediáticos. La presión de mis okupas empezaba a resultar asfixiante. No podía seguir así. La vida sólo se vive una vez, no cesaba de repetirme. Busca otra salida, aléjate de ese terreno de juego e invéntate uno en el que puedas jugar a gusto. Eso, eso, jaleaba mi maltrecha creatividad, dame algo, dame algo, aliméntame, feed me, casi me ordenaba, como si fuera la planta insaciable de La Pequeña Tienda de los Horrores, la pequeña joya de los horrores con que nos bendijo Roger Corman en 1960:


 

¡De acuerdo! ¡Está bien! Me pondré las pilas y tomaré cartas en el asunto. Y empecé a devanarme los sesos tratando de encontrar una salida satisfactoria para todas las partes. Al mismo tiempo, mi subconsciente, que iba a su bola, empezó a meterme de lleno en el fascinante universo de la escritura. Lo de escribir para mí siempre fue como lo de leer, cantar o bailar, son disciplinas con las que convivo desde niña y me procuran imprescindibles chutes de felicidad, pero no hasta el punto de pensar que mi dedicación exclusiva a alguna de ellas iba a procurarme el asqueroso sustento material al que nos somete y obliga el esclavismo materialista de este mundo que hemos ido construyendo (o destruyendo). ¿Y por qué no? ¡Ay, si es que esto de no tener vocación de nada concreto es una cruz! Espera un momento. Lo cierto es que, cuando quise darme cuenta, ya llevaba casi un centenar de páginas de lo que tenía toda la pinta de ser una novela. Y no solo eso, sino que, a medida que avanzaba, iba experimentando un inusitado placer en mi inesperada relación con las palabras a mayor escala. Avancé con deleite por ese camino y, al hacerlo, los nubarrones de insatisfacción que acechaban mi existencia empezaron a disiparse. ¡Qué bendición si lograra ganarme la vida escribiendo, en solitario, sin depender de la logística aparatosa que imponen los medios! ¡Adiós a la tiranía fashion del tinte, maquillaje o demás parafernalias como tenerte que buscar modelitos! Ángeles Caso lo logró, ¿por qué yo no? ¿Qué dices? ¿No te enteraste que la compañera Caso también tuvo que vender su casa y está tratando de publicar su nuevo libro vía crowdfunding? ¡Madre mía! 

Hay que intentarlo. Tanto fui entusiasmándome con la idea, que empezó a crecer en mi interior el deseo acuciante de montar mi modesto nidito en un lugar tranquilo en el que poder recrearme a mis anchas recorriendo esa vereda creativa con que el destino andante me salvaba de las mazmorras de la frustración. Mi vida profesional era por aquel entonces poco estimulante, pero muy activa y nada parecía indicar que no lo siguiera siendo. Corría 2001 y yo saltaba de debate en tertulia en la tele (Crónicas Marcianas, en Tele 5), en la radio (Al Tran Tran, en la Cope) y seguía colaborando mensualmente en la revista Rolling Stone. La bochornosa pobreza mediática con que los medios nos han cubierto de humillación a miles de profesionales de todo el país era algo impensable en aquellos días. Las tarifas eran de lo más correcto y mi racha era buena. No pretendía yo una ruptura brusca entre los medios y yo, eran muchos años juntos, seguiría trabajando con ellos hasta que la apuesta literaria empezara a encauzarse. ¡Se imponía una Transición en toda regla! Estaba decidida.

 

Decidí, pues, aventurarme y embarcarme, por primera vez en mi vida, en la compra de una vivienda. Todos a mi alrededor no paraban de darme la brasa con eso de: “Estás perdiendo dinero viviendo de alquiler” o “Con lo que pagas de alquiler, te estarías pagando la hipoteca tan ricamente.” ¿Te suena? Sí, ya sé que ahora nadie suelta este tipo de consejos, pero a principios de siglo era lo habitual. “Además, si pasado un tiempo, ya no te interesa, pues la vendes y encima te sacas una pasta.” ¡Jajajaja, ay, que me parto! Está la cosa como para vender y sacarte una pasta... Y que conste que lo voy a intentar, venderla digo, al mejor precio posible. Estoy en ello. No me queda otra. (*)

         

 La cuestión es que yo no sé si, con esto del inicio del milenio, me pilló de por medio un ajuste de cuentas interplanetario y fui una víctima colateral de sus movidas o qué, pero, desde entonces, estoy corriendo una carrera de obstáculos interminable e inimaginable para la mujer que yo era. Pero cualquiera paraba a La Galdón, que, ajena a la ignominiosa fatalidad que le reservaba el futuro, se decidió finalmente por una casa en el campo, en la bonita Alcarria, cerca de Madrid, pero alejada del mundanal ruido.



Los medios, por su parte, no estaban dispuestos a dejarme pasar mi desapego hacia ellos y, sabedores de que lo de abrirse paso en el mundo editorial es complicado, iniciaron una escala de chuleo que, más tarde con la excusa de la crisis, ha derivado en una verdadera ignominia: de 1500 euros el bolo, pasaron a 900; de 900 a 600; de 600 a 400; de 400 a 300; de 300 a 250; de 250 a 150 e incluso 100 euros ¡BRUTOS! Y no por una intervención puntual, sino por dos horas o más de debate. Y ya no es sólo que me siento como una pilingui mediática, que también, -como te puedes imaginar, ya hace mucho que no siento nada al hecerlo con ellos-; sino que a la pobre autónoma que una es hace tiempo que no le cuadran las cuentas. Por eso quiero aprovechar estas líneas para agradecer públicamente a mi madre en especial y a todos aquellos familiares, amigos e incluso colegas que me han ayudado durante el último año a llegar a fin de mes con sus préstamos. Sin su ayuda estaría desahuciada, o igual ya ni estaría, vete tú a saber. Porque una, a ver, es positiva por naturaleza, y cuando habla con Dios, sí, mira, a veces, me da por ahí, pues le digo: “Nene, tú que controlas el cotarro ahí arriba y tienes mano con los que nos montan los cástings de la vida, haz el favor de decirles que no me pega nada este papel trágico que me habéis dado. ¿Acaso os creéis que soy Ana Magnani o Irene Papas? Un poco de muermo, vale, puedo entenderlo, hay que aprender todo tipo de lecciones, no todo pueden ser alegrías, pero ya vale, ¿no? ¿Qué os cuesta largarme de este dramón y ponerme en una comedia un poco más alegre? ¡Si yo soy una tipa divertida, dicharachera, empática y buena gente que ya está hasta el moño de tanto drama! Mira, no hace falta que sea una comedia de alta gama, tipo Preston Sturgess, con una de esas románticas a lo Meg Ryan me conformo. Fíjate lo que te digo.”

De momento, ni caso. Y lo entiendo, ¿eh? Es tal el número de pringados y afectados por la hipoteca de la vida que solicita los favores del Altísimo, que no dan abasto ahí arriba. Así que mientras, aquí abajo, una hace lo que puede y trata de que el ánimo y la confianza no decaigan. 

Conseguí publicar mi primera novela,¡Mátame!, en una pequeña editorial, que pasó olímpicamente de nosotras, en todos los sentidos. Lo poco que salió en los medios me lo curré yo. Ellos siguieron a lo suyo. Es una novelita de suspense psicológico, elegante y bien narrada, que no se merecía pasar tan desapercibida. La segunda me ha salido mucho más respondona y provocativa, de suspense también, dejé que los personajes tomaran las riendas de la narración y no veas la que me han montado. Estoy tratando por todos los medios de encontrarle un mejor cobijo editorial. ¡Cruza los dedos!

Mientras, decidida firmemente a hacérmelo con las letras, que son las que más me ponen, me he incorporado al interesante plantel de escritores y periodistas que conforman www.memoriasediciones.com ¿No nos conoces? Entra en la web, te gustará. Escribimos libros de memorias y biografías para todo tipo de personas que deseen dejar constancia de su experiencia o sus aventuras por esta vida. ¿A que mola? 

Las ediciones están muy cuidadas, todas con sus fotografías, y distintos formatos. Ya hemos publicado varios, a pesar de que una servidora todavía no ha podido estrenarse. Estoy deseosa de encontrar mi primer cliente. Igual a ti te interesa o sabes de alguien a quien le podría interesar. Si es así, estás tardando en ponerte en contacto conmigo.   

Para ir finalizando el estriptís de mi Transición, que bastante he enseñado ya, que ha resultado más largo de lo que pensaba -hija, una cosa lleva a la otra...-, y en el que tan abierta y sinceramente quedo expuesta, de perdidas al río, no me queda más que recordarte que aquí estoy, para lo que haga falta. Que ojalá sea bueno para ti y para mí.

¡Gracias por tu tiempo y tu paciencia!

Si te ha gustado o te parece interesante, difúndelo.

¡Suerte!

galdonmarisol@gmail.com

@MarisolGaldon


(*) La casa ya la vendí.
          
 
 









Comentarios

  1. Bienvenida a la condición humana...
    Memento Mori, sic transit gloria mundi habría que recodar después de cada participación en los fuegos fatuos de la exposión mediática... con sus verdades relativas y efímeras...

    ResponderEliminar
  2. valiente y emotivo desnudo. no te olvides de ir a votar mañana o esto no habrá forma de pararlo. Yo el próximo martes firmo la dación en pago de mi vivienda, y sé de qué clase de pesadilla hablas y ya no nos podemos callar más. Con todo eso te recuerdo que mujeres como tu o yo no nos sabemos rendir (mala hierba nunca muere) nos vemos pronto en un plató ánimo!! mira aun podría ser peor oye! y se sale Raquel capdet http://www.luisml.es/268087309

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te agradezco tu comentario, Raquel. El apoyo de una colega como tú es importante para mí. Espero que si nos vemos en un plató sea para que me entrevistes en relación a mi novela. A mi, se me quitaron ya las ganas de hacer algo útil en un plató. ¡Qué terrible situación! Lamento mucho lo de tu dación en pago. ¡Ánimo, compañera! Petons i una forta abraçada.

      Eliminar
  3. Marisol, avui al RAC1, que tú bé coneixes,amb el teu amic Jordi Basté,ha sortit en PEPE NAVARRO.....la setmana passada, o l´altre va entrevistar al PEP CRUZ...i tots màs de lo mismo......ànims que tot s´arreglarà...i recorda tu si que vales.
    salud desde Caldes de Montbui.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ai, Lali... Gràcies, filla. Però, saps què passa? "Mal de muchos, consuelo de tontos", com diu el refrany. Ja sé que els qui ens movem a entorns creatius i artístics ho estem passant de pena. També és terapèutic parlar-ne.
      Gràcies pel teu comentari, reina.
      Petons.

      Eliminar
  4. El que resiste gana, Marisol! Te entiendo perfectamente, porque aunque soy de una generación más joven que la tuya, hice mis pinitos muy joven en el mundo del periodismo, todo parecía ir rodado hasta que también me vomitaron de las fauces de la bestia y, con los años, he tenido que reciclarme una y mil veces. Confío, no obstante, en que llegue el momento en que los medios medianamente serios de este país -si vuelven a serlo y apuestan de verdad por la cultura sin dejarse llevar por la superficialidad y la tontería de la marea que nos arrastra-, recuperen a una profesional tan fantástica como tú . Ya sé que las palabras no pagan las facturas, pero para mí eres un referente de esa televisión cultural hoy inexistente. Te descubrí cuando dejaba los deberes de lado para verte un ratillo en Plastic o Peligrosamente Juntas (¡¡¡qué tiempos aquellos!!!), y a partir de ahí uno se engancha a buscar periodistas interesantes...y cuando tiene la suerte de encontrarte te sigue en radio, televisión o haya donde estés. Precisamente en momentos como este hacen falta voces como la tuya, éticas y críticas. Tus entradas en 'Cruces de Bohemia' son un ejemplo de continuidad y resistencia para los que estamos (o no) dentro de los medios, además de una oportunidad para no perderte de viste... confiemos en que el destino nos dé más 'dosis Galdón' en un mundo periodístico que, como la sociedad o la política, tiene que cambiar. ¡¡¡Mucha suerte!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, Jorge, "las palabras no pagan facturas". ¡Pero hay que ver cómo vitaminan el alma y colorean el ánimo!! Agradezco profundamente tu comentario. Gracias a palabras como las tuyas, una centrifuga la toalla tantas veces como haga falta, antes de tirarla.
      Gracias.
      Te mando un fuerte abrazo, Jorge.

      Eliminar
    2. ¡De nada, Marisol! Es un placer poder seguir disfrutando de tus textos, y no te queremos perder. Ay, me acabo de dar cuenta que se me coló un 'faltón' tremendo: ese 'haya' es un 'allá'...menos mal que en internet no se ve el sonrojo! Saludos

      Eliminar
  5. No te voy a decir nada que no te haya dicho ya, eres una luchadora nata. En esta vida
    hay que luchar hasta la saciedad,te caes y te levantas.. hay que ser positiv@ siempre y luchar hasta el ultimo aliento, mira como el que estoy escuxando en mi calle que vende melones a 1e. Ya ves hay que rener recursos y siempre digo lo mismo " me niego a que esta puta crisis y sus politicos me coman". La vida nos da ostias..pero dale tu la ultima. Un beso soy David de Huelva.

    ResponderEliminar
  6. Un beso, David.
    Gracias por tu ánimo.
    La cosa va de mal en peor.
    Dicen que "Dios aprieta, pero no ahoga." La cosa es que "El Diablo ahoga, pero no aprieta."

    ResponderEliminar
  7. Acabo de descubrir tu blog. La verdad es que los medios están fatal, se aprovechan de la ilusión de los recién graduados y no tanto para exprimirles y después echarles. Durante mis ocho años en el mundo laboral, casi he tenido que hacer reverencias por un contrato, como si yo a cambio no hiciera nada. Y más de una vez me han dicho "si no estás contenta vete que hay muchísima gente que haría lo mismo que tu por menos dinero.".. El dinero y el éxito profesional hacen que nos olvidemos de la dignidad de las personas.

    ResponderEliminar
  8. Mira Marisol, me veo tan reflejada no por la parte mediatica que no la tengo, pero a mi me encanta escribir de hecho creo que te dije que tenia unas pequeñas novelitas romanticas pero yo no tengo una base solida, por tanto no aspiro a poder publicar pero me encanta leer los comentarios de muchisimas lectoras que me animan a seguir. Sabes yo te he visto bastantes veces en televisión, mira si ahora no te valoran que les den por..... La cosa es que tu sabes que vales mucho. Si ya se que eso no da de comer y todos tenemos que pagar facturas, yo me acabo de quedar en el paro y sinceramente no creo que con mis 53 años vuelva a encontrar trabajo. Pero la dignidad de una persona vale mucho y tu tienes el coraje la experiencia, y la base suficiente para triunfar. Yo de momento te digo que pienso comprarme tu novela Matame ya te contaré. Y tu adelante que tienes familia amigos y talento suficiente para VIVIR VIVIR Y VIVIR y con dignidad. Un petó preciosa.

    ResponderEliminar
  9. Precioso artículo y muy bien usadas las referencias a "Qué fue de Baby Jane" y "La pequeña tienda de los Horrores" de Corman. Efectivamente, la gente piensa que haber salido en TV o haber participado en algún programa reconocido (o haber formado parte de una banda mítica del Rock, que al ser músico he conocido a gente en esta situación), te asegura seguridad económica y poder de por vida cuando eso, solo sucede en contadas ocasiones y casi nunca en este país tan ingrato con sus leyendas. Quién te diga que decir esas cosas en público no queda bien, que te pague la hipoteca o que cierre su bocaza de poser, otro tema muy de nuestra especie, mantener las apareciencias aunque te estés muriendo de hambre pero que nadie piense que has dejado de ser un superstar. Estoy flipando con cada artículo que estoy leyendo en tu blog, de veras que muchos ánimos y un aplauso por tu valentía. Y por cierto, tu casa es el sueño que persigo, una casa en el campo lo suficientemente cerca de la gran ciudad pero que a la vez, me permita disfrutar de paz a mi alrededor. Algún día... :-)

    ResponderEliminar
  10. ¡Ya vendí la casa, Johny!
    Gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  11. ¡Vaya por dios! Me quedo sin un chapuzón en esa preciosidad de piscina... :-(

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¡OH, SOLE MÍA!

SINGLE LADIES. Hola, ¿estás soltera?

TODO SOBRE EVA AL DESNUDO