LA ENVIDIA NACIONAL
Terminas de ver un partidazo del Barça. Otro más. Este,
además, sortea la fila de lo selecto y se cuela en lo antológico porque recrea
un penalti indirecto que, hasta la fecha, tan solo El Flaco Cruyff se había atrevido a perpetrar.
Mira que Oscar Wilde te lo tiene dicho: “El público lo
perdona todo menos el talento”. Al Barça le da igual, ha goleado a la
imaginación, le ha dado un vuelco al balón y ha enviado lo que viene siendo el
fútbol al más allá, a la Twilight Zone.
Y que digan Messi. Ya hace tiempo que el astro argentino eyacula arte por sus
botas y, para no aburrirse, partido a partido, inventa jugadas, pases,
asistencias y goles futuristas que desafían el placer de los sibaritas más
exigentes. El de Rosario es un mago mundialmente reconocido y nadie osa a estas
alturas rebuznarle. Al menos, en el terreno de juego. Nos vemos en los
tribunales. Ni por esas. Al pequeño genio le pones un balón en los pies y no le
desestabiliza ni ese Dios con el que algunos le confunden. Que son casi doce
años de profesional, oiga, y las ha visto de todos los tamaños, colores y
formas, en todo tipo de contextos y a bajuras extremas, de las que curten el
alma y te aportan carácter.
Pero la mezquindad no descansa, pim-pam, pim-pam... Ya
encontraremos la manera, ya. Es sibilina por naturaleza y siempre encuentra
rendijas por las que colar la bilis de su envidia. ¿He dicho envidia? No hay
pecado capital con el que un español se excite más impúdicamente haciéndoselo. Otro genio,
argentino también, lo captó rápido:
Llevamos siglos
retorciéndonos de envidia, sin ningún tipo de remordimiento. Mi amigo y
escritor Fernando Gómez me decía en una ocasión que España es el único país del
mundo en que existe el concepto “envidia sana”. ¿Te das cuen? Hemos saneado una
patología del espíritu para seguir pecando impunemente. ¡Ele ahí! Y tan
panchos.
Menos retórica, nena, y vamos al grano, que lo que no pué
ser es que el Barça siga tocándonos los cojones con ese fútbol estratosférico,
que no se habla de otra cosa en la prensa deportiva internacional. Venga Barça,
venga Messi, venga Suárez, venga Neymar, venga Iniesta… Y por si fuera poco,
tenemos que aguantar, además, las crecidas del Cholo, el Atleti y hasta el Niño que está
que se sale. ¡Solo nos faltaba eso ya! Tenemos que pararlo como sea.
Así que mira, chata,
si no podemos con Messi, pues a la yugular de Neymar, directamente. Con todo,
¿eh? Que las tarjetas y las expulsiones son para la cancha, pero fuera de ella
podemos mangonear y malmeter cuanto nos plazca. Y si nos da la gana de decir
que un gol es ilegal, lo diremos. Y si nos apetece vocear que al brasileñito se
le ha visto sospechosamente por Madrid, pues lo diremos también. Hasta la
suciedad. Bastante llevamos aguantado ya con Messi para que ahora venga el niñato
brasileño este apuntando maneras de genio y nos siga jodiendo la marrana. ¡Pos
estamos buenos! Este todavía está tierno
y podemos entrarle. #VamosADarlePeroBien.
MAX ESTRELLA: ¡Me
sobran méritos! Pero esa prensa miserable me boicotea. Odian mi rebeldía y
odian mi talento. Para medrar hay que ser agradador de todos los Segismundos.
Luces de Bohemia,
Ramón Mª del Valle-Inclán
Tranquilo, Ney, no lo vamos a consentir. No vamos a permitir
que los ruines te arruinen la carrera. Todos esos que escupen con saña contra
tu talento y dicen que ridiculizas a los rivales por hacer virguerías y tratar
de alcanzar lo imposible con tus pies se retratan solos. No es nuevo. Desde que
el mundo es mundo, el arte y el talento han tenido su ejército de
boicoteadores. Los miserables. Mucho más que los de Victor Hugo, al que también
le dieron lo suyo, por cierto. Estos son los mismos que condenaban a Sócrates,
nooo, el futbolista, no, hombre, el filósofo, por corromper a los jóvenes con
sus enseñanzas. Los mismos que interrumpían una y otra vez los discursos de
Cicerón. Los que bostezan cuando leen los Ensayos de Montaigne. Los que
hicieron la vida imposible a Van Gogh y, al contemplar El Jardín de Las Delicias,
tildaban a El Bosco de loco. Son los mismos que ningunearon a Johann Sebastian
Bach. Los mismos que trataron de minimizar a escritoras como Virginia Woolf,
Djuna Barnes o Jane Austen. Los mismos que pusieron todo su empeño en conseguir
que Orson Welles no dirigiera películas. Son los mismos a los que les entra un
ataque de urticaria cuando ven un partido brillante de la NBA. Los que se
aburren viendo un encuentro entre Nadal y Federer. Son los que…
¿Y qué más da? ¡Que les den! Nosotros a lo nuestro. ¡A
gozaaaaarrr!!!
Por si no viste el Barça-Celta de los Enamorados, te dejo un resumen en inglés. Para que luego digan que a los británicos les falta pasión:
"Absolutely shakespearian: It wasn't King Lear, it was King Leo".
#Marigol
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ResponderEliminarNo hay duda, tienes talento con la pluma, pero también eres exagerada y partidista. Razones y amores no te faltas, pero algún regusto displicente sí. Por último decirte que como el retrato de ..., "usted" no es que no envejezca, es que está mucho más espectacular que el ridiculo anunciante de las natillas. Cada cual en su canasta. Saludos.
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